Ocho años después de su oro en Río 2016, Carolina Marín ha vuelto a una pista de bádminton olímpica. Tras años de lucha y superación, la campeona se ha enfrentado a su primer partido en los Juegos de París, un momento que llevaba soñando desde que una grave lesión en su rodilla izquierda truncó su participación en Tokio.
Con la vista puesta en los Juegos de París como su nueva meta y el oro olímpico como su motor diario, Marín no ha tenido un camino fácil. Pisar la pista del Arena Porte de La Chapelle, que más tarde albergará la gimnasia rítmica, ha sido un momento especial para la tricampeona mundial y ocho veces campeona de Europa. Con “nervios y la ilusión de una niña”, Marín debutó en su tercer evento olímpico.
En su primer encuentro, Marín se enfrentó a la suiza Jenjira Stadelmann, número 102 del mundo, venciendo por 21-11 y 21-19. Pese a lo que indica el ranking, Stadelmann resultó ser una rival más dura de lo esperado. La española, vestida de rojo y amarillo en honor a la bandera de su país, fue recibida con una gran ovación por el público, incluida la Princesa Leonor, la Infanta Sofía y diversas autoridades españolas.
El partido comenzó con cierta imprecisión por parte de Marín, lo que permitió a Stadelmann mantenerse cerca en el marcador hasta el intervalo (11-7). Sin embargo, tras el descanso, Marín impuso su ritmo, aprovechando los errores de su oponente y llevándose el primer set 21-11.
En el segundo set, Marín empezó arrolladora, colocándose rápidamente 11-3 a favor. Sin embargo, los nervios comenzaron a pasarle factura y Stadelmann reaccionó, acercándose en el marcador. A pesar de ello, Marín mantuvo la calma y, aunque desperdició dos bolas de partido, finalmente se llevó el set 21-19, logrando así su primera victoria en París.
“Estamos aquí para luchar por una medalla. Mis opciones están, pero debo concentrarme en lo que tengo que hacer y no en las expectativas externas,” declaró Marín, quien ha decidido desconectar de su móvil y redes sociales para mantener la concentración.
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